domingo, 24 de mayo de 2009

Sobre la vida...

Una vez le preguntaron a Buda qué es lo que más le sorprendía de la humanidad y respondió:

“Los hombres que pierden la salud para juntar dinero y luego pierden el dinero para recuperar la salud.

Y por pensar ansiosamente en el futuro, olvidan el presente de tal forma que acaban por no vivir ni el presente ni el futuro.

Viven como si nunca fuesen a morir y mueren como si nunca hubiesen vivido”

Reflexión budista






lunes, 18 de mayo de 2009

Cruzando el río

Había una vez dos monjes Zen que caminaban por el bosque de regreso al monasterio. Cuando llegaron al río una mujer lloraba en cuclillas cerca de la orilla.

Era joven y atractiva.
- ¿Que te sucede? - le preguntó el más anciano.

- Mi madre se muere. Ella esta sola en su casa, del otro lado del río y yo no puedo cruzar.

Lo intente - siguió la joven - pero la corriente me arrastra y no podré llegar nunca al otro lado sin ayuda… pensé que no la volvería a ver con vida. Pero ahora… ahora que aparecisteis vosotros, alguno de los dos podrá ayudarme a cruzar…

- Ojalá pudiéramos - se lamentó el más joven. Pero la única manera de ayudarte sería cargarte a través del río y nuestros votos de castidad nos impiden todo contacto con el sexo opuesto. Eso esta prohibido… lo siento.

- Yo también lo siento- dijo la mujer y siguió llorando.
El monje mas viejo se arrodilló, bajo la cabeza y dijo:
- Sube.
La mujer no podía creerlo, pero con rapidez tomó su atadito con ropa y montó a horcajadas sobre el monje.

Con bastante dificultad el monje cruzó el río, seguido por el otro más joven.Al llegar al otro lado, la mujer descendió y se acerco en actitud de besar las manos del anciano monje.

- Está bien, está bien- dijo el viejo retirando las manos, sigue tu camino.La mujer se inclinó en gratitud y humildad, tomo sus ropas y corrió por el camino del pueblo.

Los monjes, sin decir palabra, retomaron su marcha al monasterio…Faltaban aún diez horas de caminata.Poco antes de llegar, el joven le dijo al anciano:

- Maestro, vos sabéis mejor que yo de nuestro voto de castidad. No obstante, cargaste sobre tus hombros a aquella mujer todo el ancho del río.

- Yo la llevé a través del río, es cierto, ¿Pero qué pasa contigo que la cargas todavía sobre los hombros?

miércoles, 6 de mayo de 2009

Cierra los oidos



Eran un anciano y un niño que viajaban con un burro. Caminaban al lado del jumento cuando atravesaban un pueblo. Un grupo de niños se rió de ellos gritando:

-¡Mira qué par de tontos! De manera que tienen un burro y van los dos andando. Por lo menos el viejo podria subirse a él.

Entonces el anciano se subió al burro y ambos siguieron la marcha. Al pasar otro pueblo, algunas personas se indignaron al ver al viejo sobre el burro y dijeron:

-Parece mentira. El viejo cómodamente sentado en el burro y el pobre niño caminando.

Viejo y niño intercambiaron sus puestos. Al llegar a la siguiente aldea, la gente comentó:

- ¡Esto sí que es intolerable! El muchacho sentado en el burro y el pobre anciano caminando a su lado.

Puestas así las cosas, el viejo y el niño se subieron al burro. Poco después venían un grupo de campesinos por el camino. Los vieron y les dijeron:
-¡Es vergonzoso lo que haces! Van a reventar al pobre animal.

El viejo y el niño tomaron la determinación de cargar al burro sobre sus hombros, pero entonces la gente se mofó de ellos diciéndoles:
-Nunca vimos una gente tan boba. Tienen un burro y en lugar de montarlo, lo llevan a cuestas.

De repente el burro se revolvió con fuerza y se desplomó a un barranco, hallando la muerte. El viejo, súbitamente, instruyó al muchacho:

-Querido mío, si escuchas las opiniones de los demás y les haces caso, acabarás más muerto que este burro. ¿Sabes lo que te digo? Cierra tus oídos a la opinión ajena. Que lo que los demás dicen te sea indiferente. Escucha únicamente la voz de tu corazón.

sábado, 2 de mayo de 2009

Confusión egocéntrica



Más que palabras


Lo mejor de tí



Nunca das lo mejor de tí,
como cuando das un
poco de tu tiempo
al ser querido.

La visita de tu vida



Había una vez un hombre que estaba haciendo una gira turística por Europa. Al llegar al Reino Unido, compró una guía de los castillos de las islas. El más llamativo era el que se presentaba como "La visita de tu vida".

Intrigado por la propuesta, el hombre llamó desde su hotel esa misma tarde y acordó un horario de visita. El turista llegó al castillo diez minutos más tarde de la hora pactada. Se presentó ante un hombre con falda de cuadros que lo esperaba y que le dió la bienvenida.

Le explicó un poco de la historia del castillo y le mencionó algunas cosas sobre las que debía prestar especial atención durante la visita.

Dicho esto, le dió una cuchara y le pidió que la sostuviera.


- Nosotros no cobramos un derecho de visita. Para evaluar el costo de su paseo recurrimos a este mecanismo. Cada visitante lleva una cuchara como ésta llena hasta el borde de arena fina. Aquí caben exactamente 100 gramos.
Después de recorrer el castillo pesamos la arena que ha quedado en la cuchara y le cobramos 100 pesos por cada gramo que haya perdido. .. - explicó.

- Y si no pierdo ni un gramo?


- Ah! mi querido señor, entonces su visita al castillo será gratuita.

Entre divertido y sorprendido, el hombre comenzó su viaje. Confiando en su pulso, subió las escaleras muy despacio y con la vista fija en la cuchara. Prefirió no entrar a la sala de armaduras porque le pareció que el viento haría volar la arena.


Al pasar junto al salón que exhibía las máquinas de guerra, debajo de la escalera, se dio cuenta que para verlas bien era necesario inclinarse y sostenerse de la barandilla, lo que implicaba la certeza de derramar algo del contenido de su cuchara, así que las miro desde lejos.

De regreso al punto de partida caminó contento hacía el hombre de falda escocesa, quelo aguardaba con una balanza. Vació el contenido de su cuchara y espero el dictamen.

_Asombroso, ha perdido menos de medio gramo; lo felicito, esta visita le ha salido gratis.

Ha disfrutado de la visita?


El turista dudó pero decidió ser sincero.


-La verdad es que no mucho. Estaba tan ocupado tratando de cuidar de la arena que no tuve oportunidad de mirar el castillo.


-Que barbaridad! Mire, haré una excepción. Le voy a llenar otra vez la cuchara pero ahora olvídese de cuánto derrama, faltan doce minutos para que llegue el próximo visitante. Vaya y regrese antes de que él llegue.


El hombre tomó la cuchara y corrió hacía la parte alta del castillo; al llegar allí dió una mirada rápida a lo que había y bajo más que corriendo llenando las escaleras de arena. Al inclinarse para observar un pasaje se le cayó la cuchara y derramó todo el contenido. Corrió hasta el hombre de la entrada a quien le entregó la cuchara vacía.

-Bueno, esta vez sin arena, pero no se preocupe tenemos un trato

_ Disfrutó la visita?

Otra vez el visitante dudó unos segundos.


-La verdad que no - contesto al fin -. Estuve tan ocupado en llegar antes que el otro, que perdí toda la arena y no disfrute nada.

El hombre le comentó:

-Hay quienes recorren el castillo de su vida tratando de que no les cueste nada, y no lo pueden disfrutar. Hay otros tan apresurados en llegar pronto, que lo pierden todo sin disfrutarlo.
Unos pocos aprenden esta lección y se toman su tiempo para cada recorrido.
Descubren y disfrutan cada rincón, cada paso. Saben que no será gratuito, pero entienden que los costos de vivir valen la pena.



Cuento tomado de la revista Mente Sana de Jorge Bucay

Toma el timón

Se buen capitán de tu barco,
navega en días
de calma
y se cuidadoso en la tormentas.

...pensar en positivo


Somos lo que pensamos.
Todo lo que somos surge de nuestros pensamientos.
Con nuestros pensamientos creamos el mundo.

Buda

Una gota en el mar



"Si a veces sientes que lo que haces
es como poner una gota en el mar,
pero piensa que si no la pones
al mar le haría falta"


Madre Teresa de Calcuta


Por ello...

Sé como la gota de agua que regresa hacia la tierra y en chubascos o aguaceros trae la vida a los que moran en ella.



No te afanes por ser un lago,

no luches por ser un río,

no te angusties por ser un mar.

Acuérdate que ellos no serían nada si no existieran gotas de agua.

Tres cosas




Las ranas en la nata


Había una vez dos ranas que cayeron en un recipiente de nata. Inmediatamente se dieron cuenta de que se hundían: era imposible nadar o flotar demasiado tiempo en esa masa espesa como arenas movedizas.

Al principio las dos ranas patalearon en la nata para llegar al borde del recipiente. Pero era inútil; solo conseguian chapotear en el mismo lugar y hundirse. Sentían que cada vez era más difícil salir a la superficie y respirar.
Una de ellas dijo en voz alta: No puedo más. Es imposible salir de aquí. Si voy a morir no tiene caso prolongar mi sufrimiento.

Dicho esto dejo de patalear y se hundió con rapidez.

La otra rana más persistente, seguía pataleando.

Dijo: Es imposible, sin embargo prefiero luchar hasta mi último aliento.

Siguió pataleando y pegando pequeños brincos en el mismo lugar, sin avanzar nada durante horas y horas. Y de pronto después de tanto batir las ancas, las nata se convirtió en mantequilla. Sorprendida la rana dió un salto y llego hasta el borde del recipiente. Y se fue croando feliz.